sábado, 18 de abril de 2015

ETNIA CUCAPA O CUCAPAH

Significado del Nombre
Significa “Guerreros del Norte” ,  por su conducta grupal violenta y otros dicen que Cucapah significa “gente de dos casas”, por sus condiciones naturales de vida y de sobre vivencia sobre el río Colorado, por lo que también son conocidos como “Riaños”.


Ubicación Geográfica
Es un Pueblo amerindio que vive en el norte de Baja California y el suroeste de Arizona, cerca de la frontera entre Estados Unidos y México.



Lengua Hablante
Yumano



Vestimenta

En la actualidad visten con ropas comunes como cualquiera, antiguamente vestían conforme al medio natural, las mujeres usaban la falda de corteza de árbol, utilizaban chaquira, un cinto de color en la cintura y se ponían tatuajes y conchas. Por lo general traía la parte superior desnuda y los hombres un taparrabo, generalmente desnudos de la parte superior.





Comida tradicional
Originalmente los Cucapá eran cazadores y recolectores de los frutos abundantes que encontraban en los márgenes de los ríos que estaban en su territorio (péchitas, quelites, una especie de arroz, zacate acuático, etc.)

Con las pieles de los animales elaboraban vestidos y cobijas, además de cubrir sus casas tradicionales. La carne la consumían en grupo.

Con la llegada de los conquistadores y mediante la intervención de los misioneros aprendieron a cultivar maíz y calabaza, los que agregaron su dieta habitual.



Costumbres
Al morir, acostumbran quemar al muerto o difunto junto con su casa y sus pertenencias desde hace 300 años, cuando, siendo todavía una tribu nómada, sobrevivían de la caza y la pesca en el río Colorado.


Mitos y Leyendas

Los cucapás conservan cierta veneración por el sol. Cuando las misiones llegaron a Baja California fueron obligados a cambiar su forma de vida. 
Ellos tenían su forma muy particular de ver la vida y sus creencias, adoraban al sol, a la naturaleza y tenían un Cerro, El cerro del Águila. 

Realizaban una ceremonia en donde subían al cerro, durante una semana. Se pintaban su cuerpo de negro que simbolizaba todo el mal que había en su cuerpo y alma y al transcurrir de los días se iban pintando rayas blancas, símbolo de limpieza del espíritu. A la semana bajaban al río y se lavaban quedando totalmente purificados. A esta ceremonia se le conoce como la Ceremonia del Borrado o pintado y se lleva a cabo en la semana Santa.

Los grupos indígenas de Baja California han conservado sus mitos a través de la tradición oral, sus principales mitos son sobre la creación, en donde ellos explican como un dios o varios crearon al universo, al hombre y cada una de las cosas que en el mundo existen las cuales por el árido panorama no pasaban de unos cuantos animales, cerros y ríos. 



Los mitos se van transformando con el tiempo debido al cristianismo y las misiones, empezando a incrustar los nuevos conocimientos y creencias.
El precipicio que pedía alimento

Rumbo al sur, había una isla; esta isla era muy rica y ambicionada por todos los paisanos. En la isla había guajolotes, había mucho venado, mucho borrego y hasta gallinas. No cualquiera podía ir a esa isla, se necesitaba que fueran indios verdaderos, los cucapás si podían ya que ellos eran verdaderos indios.

Para llegar a la isla no era fácil porque estaba separada de la costa por un barranco muy grande, era un barranco que tenía mucha agua; decían los viejos que el barranco era un precipicio que pedía alimento. 

Los cucapá tenían siempre en sus morrales mucha semilla, semillas de distintas clases. Ellos eran muy cuidadosos; siempre llevaban semillas tostadas. Cuando ellos llegaban al barranco, metían la mano al morral y sacaban tres semillas de sandía, tres semillas de calabaza y tres semillas de maíz. Los indios eran muy inteligentes y como sabían que el barranco era un precipicio que quería mucha comida, echaban las semillas al barranco. Primero agarraron tres semillas de sandía y las echaron al barranco. Luego agarraron tres semillas de calabaza y las echaron al barranco. Finalmente agarraron tres semillas de maíz y las echaron al barranco.

El barranco porque era un precipicio que pedía comida se cerró, ahora el barranco era una vereda, un vado. Con la comida se terminó el abismo. Los indios verdaderos cruzaron el vado, pasaron sobre el barranco; luego, se fueron, se fueron, se fueron.
En la isla cazaron al guajolote, mataron al venado, mataron al borrego y mataron a la gallina. Ellos cargaron con todo a cuestas. 
Ya no había abismo; se acabó. Los indios verdaderos pasaron para este lado. Así mi abuela lo dijo. 
Tradición oral Cucapá. Versión de Juan García Aldama.

La tradición entre los pueblos yumanos (y esto aún se mantiene) establecía que los integrantes de un clan no podían casarse entre ellos. De ahí que los matrimonios se dieran entre miembros de diferentes clanes, que por lo general hablaban diferentes lenguas. Esto fue uno de los factores que favoreció el multilingüismo entre los yumanos. Por ejemplo, si la mujer era de un clan kiliwa y se casaba con un hombre que pertenecía a un clan paipai, la mujer kiliwa aprendía paipai y los hijos aprendían  las dos lenguas o al menos entendían la lengua materna. Además de esto, en muchos casos el hombre se familiarizaba con la lengua de su compañera.

Música
Mucha agua ha corrido bajo el puente de la música cucapá entre la primera visita de Aurora Oliva para grabar Aires Ribereños en noviembre de 2002 y su segunda visita en abril de 2004. Para esta última ocasión, en la que se hizo una comida para recibir el disco, se juntaron la mayor parte de los miembros de las tres comunidades cucapá: los de Sommerton, Arizona, los de El Mayor en Baja California, fueron recibidos en Pozas de Arbizu. En 2002 la música cucapá era cosa exclusivamente de viejos. En la fiesta-ceremonia del 2004 cantó un coro de niños recientemente formado y muy entusiasta porque "la abuela había sacado un disco original" (no pirata, pues). Miembros de las tres comunidades cantaron una música, que a diferencia de la que pertenece a los indios de Mesoamérica, no tiene rasgos visibles de la música europea.



Tipo de vivienda
La vivienda tradicional consiste en un cono de varas en cuyo extremo superior se amarran las puntas de las mismas; o un pequeño cuarto de paredes y techo redondeado. Estas viviendas provisionales eran usadas en tiempos remotos cuando el grupo era nómada, ahora sólo se hacen en ocasiones especiales. Actualmente, las viviendas están hechas de material de construcción y consisten en dos o tres cuartos. Algunos usan estufas de gas aunque es frecuente ver la estufa de leña por fuera de las casas para elaborar tortillas de harina de trigo.


Forma de Gobierno
Los cucapah se meten al mar en sus pangas (pequeñas embarcaciones) y esperan en silencio hasta que escuchan a las curvinas y tiran sus chinchorros (redes). En esos meses hay un promedio de cinco a seis mareas y los cucapah capturan de 200 a 500 toneladas por temporada.
 “Lo que el gobierno ha hecho con nosotros es una segregación. Ellos saben que los indios no ponemos en riesgo al ambiente”, dice a Tierramérica la presidenta de la Sociedad de Producción Rural El Mayor Cucapah, Juana Aguilar González.
Los cucapah no son los únicos que pescan curvina. En la zona hay dos cooperativas pesqueras no indígenas (la de San Felipe, en Baja California y Santa Clara, en Sonora), con una capacidad de pesca 10 veces mayor, según los datos de la gubernamental Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.
“El porcentaje (de curvina) que capturan los cucapah es aproximadamente 10 por ciento de la cuota recomendada, lo que acredita que la pesca realizada por dicha comunidad indígena, aun cuando la realizaran en la Zona Núcleo de la Reserva, no rompe el equilibrio ecológico ni amenaza la extinción de la especie”, indica la recomendación 8/2002 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos dirigida a los secretarios (ministros) de Medio Ambiente y Agricultura.
“El decreto de la Reserva nos cambió la vida. Ahora, en lugar de estar ocupándonos de nuestras danzas, tenemos que estar preocupados por los amparos, por los juicios, por los decomisos y los detenidos”, dice con tristeza Mónica González, hija del fallecido gobernador cucapah Onésimo González.
Los cucapah, también conocidos por su nombre castellanizado de cucapás, descienden de los yumanos y son uno de los cinco pueblos originarios que sobreviven en Baja California.

Infraestructura y servicios públicos
Agua potable, luz eléctrica. En general, los grupos indígenas, pierden cada vez más las manifestaciones de su propia cultura, pues carecen de educación bilingüe y bicultural.

Problemas que enfrentan
Son pescadores y artesanos. Los une la familia, la pesca, los kurikuri (rituales) y las ceremonias fúnebres. Y ahora, además, la lucha por no desaparecer, en una batalla que lideran sus mujeres.
“Soy Hilda Hurtado Valenzuela. Soy pescadora. Y soy cucapah”, dice, a modo de presentación, la presidenta de laSociedad Cooperativa del Pueblo Indígena Cucapah, que también habita en el vecino estado estadounidense de Arizona.
Del mismo modo se presentan las demás mujeres de esta comunidad, quienes atienden a Tierramérica durante una asamblea para analizar los pasos a seguir tras arrancar al gobierno federal el compromiso de realizar una consulta sobre una restricción a su actividad pesquera, que prácticamente los condena a la extinción.
 “Ningún gobierno tiene derecho a quitarnos nuestro hábitat”, dice Hurtado a Tierramérica, durante una visita a la Comunidad Indígena Cucapah El Mayor, donde la Red de Periodistas de a Pie y laComisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos desarrollan un proyecto de protección a los defensores de los derechos humanos, financiado por la Unión Europea.
En mayo, con 61 años, cuatro hijos y 10 nietos a cuestas, se plantó en la carretera que une al puerto de San Felipe, en el mar de Cortés (también conocido como golfo de California), con Mexicali, la capital del estado de Baja California, fronteriza con Estados Unidos, y no se levantó de ahí hasta que el gobierno federal formalizó el compromiso de realizar una consulta.
“El gobierno aceptó algo que debió haber hecho hace 25 años”, resume el abogado Ricardo Rivera de la Torre, de la Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noroeste, una organización que desde 2004 documenta violaciones de derechos civiles en Baja California.
En 2008, Rivera de la Torre y Raúl Ramírez Baena llevaron el caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
“El gobierno violó el derecho a la consulta que le asiste al pueblo cucapah por el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo”, que México ratificó en 1990, explica Ramírez Baena.
En 1993, sin consulta previa, el gobierno de entonces decretó la creación de la Reserva de la Biósfera del Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado, y estableció como zona núcleo el Zanjón, donde los cucapah pescan la curvina golfina (Cynoscion othonopterus).
Entre febrero y mayo, la curvina llega a desovar a las aguas poco profundas del mar de Cortés, que une los estados de Sonora y Baja California, y su comercialización está ligada a la temporada de la católica Cuaresma.
Tras la reserva, llegó el Plan de Manejo de la Reserva, en 1995, y una serie de legislaciones y reglamentaciones – como la Ley de Equilibrio Ecológico, el Decreto de Veda y la cuota de captura- que restringieron la actividad pesquera de los cucapah a niveles que no les permiten la supervivencia económica.
“El de los cucapah es un ejemplo de cómo políticas con una visión ultra conservacionista pueden poner en peligro la existencia de un pueblo originario”, asegura a Tierramérica otra abogada de la Comisión Ciudadana, Yacotzin Bravo.